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Redactado por Vilmar Trinta | Colaboración de Keila K. Marrero, Asuntos Clínicos y Consultoría Estratégica
En un entorno clínico donde los médicos enfrentan una creciente presión por atender más pacientes, documentar correctamente y cumplir con regulaciones cada vez más complejas, contar con un asistente médico capacitado y bien integrado al equipo de trabajo ya no es un lujo operativo, sino una necesidad estratégica.
Así lo explicó Keila K. Marrero, Asuntos Clínicos y Consultoría Estratégica de Provider Network Solutions, al subrayar que “el asistente médico es mucho más que un apoyo administrativo; es el eje que mantiene en movimiento el día a día de una práctica médica eficiente, humana y bien coordinada”.
En los modelos actuales de atención, el asistente médico cumple una doble función fundamental: la clínica y la administrativa. Marrero señaló que, en el aspecto clínico, su intervención abarca desde la toma de signos vitales y la preparación del paciente para la consulta, hasta la asistencia al médico en procedimientos menores o pruebas diagnósticas básicas. En el ámbito administrativo, su aporte se refleja en la gestión de citas, codificación, coordinación de referidos y actualización de expedientes.
“Ese equilibrio entre lo clínico y lo administrativo convierte al asistente médico en un profesional versátil y esencial para el buen funcionamiento de cualquier práctica”, afirmó.
Desde la perspectiva de consultoría estratégica, Marrero destacó que su rol se alinea directamente con los objetivos de eficiencia operativa, cumplimiento y experiencia del paciente, ya que permite optimizar el tiempo clínico del médico, mejorar la comunicación con el paciente y mantener la práctica en cumplimiento con los estándares de calidad y métricas de desempeño.
“Su presencia no solo optimiza el flujo operativo de la práctica, sino que también eleva el nivel de funcionalidad general, permitiendo un manejo más estructurado, eficiente y humano del cuidado al paciente”, puntualizó.

Construcción de confianza y humanización del cuidado 
Más allá de la eficiencia, Marrero enfatizó que el asistente médico juega un papel decisivo en la construcción de confianza con el paciente.
“La confianza entre el paciente y el asistente médico no es opcional; es esencial para una atención segura, efectiva y sostenible”, aseguró.
El contacto directo y constante con los pacientes les permite establecer vínculos de empatía y comunicación que influyen directamente en la percepción de calidad del servicio. Esta relación de confianza facilita la adherencia a tratamientos, reduce consultas repetitivas y mejora los resultados clínicos.
“Cuando el paciente confía en su asistente médico, comparte más información, se siente acompañado y comprendido, y eso impacta de forma directa los indicadores de satisfacción y de salud poblacional”, añadió Marrero.
Un rol en evolución
De cara al futuro, la especialista proyecta que el rol del asistente médico seguirá evolucionando en la medida en que la atención en salud se oriente hacia modelos basados en valor y tecnología.
“La inteligencia artificial, la automatización y los registros médicos electrónicos no reemplazarán al asistente médico; por el contrario, potenciarán su capacidad para concentrarse en tareas de alto valor clínico y humano”, indicó.
Estas herramientas permitirán que el asistente médico dedique más tiempo a la educación del paciente, el seguimiento de condiciones crónicas y la coordinación del cuidado, áreas que hoy resultan esenciales para mejorar los resultados clínicos y contractuales.
Para Marrero, el fortalecimiento del rol del asistente médico pasa por la formación continua, la integración en equipos multidisciplinarios y el reconocimiento institucional de su impacto operativo.
“Al potenciar sus competencias técnicas y humanas, los asistentes médicos pueden convertirse en un motor de eficiencia, cumplimiento y satisfacción del paciente dentro de cualquier práctica médica moderna”, concluyó.
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